lunes, 6 de septiembre de 2010

Vampyr.

Cuando mis ojos se encontraron con los suyos, por poco me desmayo: allí, ante mí, estaba el vampyr de mi pesadilla. Era hermoso y temible a la vez. Su mirada me atravesaba como un puñal ardiente, hiriendo y encendido en mi alma. Era el ser más fascinante con el que me hubiese encontrado jamás. Estaba jadeando, fuese ya a causa del pánico, ya por una avidez hasta entonces para mí desconocida o por una mezcla de ambas. Me retenía contra su cuerpo con ambos brazos y podía percibir su sed, sus ansias de clavar en mi piel los colmillos que aún no me había enseñado. Sus labios estaban cerrados, insinuando una sonrisa. Presentí que podía saborear mi sangre antes de haberla probado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario